Queridos mallorquines: Un espectáculo de comedia de Rubén Garcia
Apr 8, 2025
- By
Helene Huret
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Queridos mallorquines: Un espectáculo de comedia de Rubén Garcia
Apr 8, 2025
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Helene Huret
Rubén García es un comediante de Valencia. Hace ocho años, siguió a su «princesa mallorquina» y se mudó a Mallorca, donde descubrió las costumbres y hábitos de los lugareños. En su último programa de comedia, Queridos mallorquines, inspirado en el famoso libro de Guy de Forestier, relata con un humor irresistible escenas de la vida cotidiana mallorquina que impresionarán a todos los residentes de la isla. Detrás de la exageración cómica se esconde un penetrante sentido de la observación que perfila a un personaje puramente mallorquín.
H.H.
¿Qué fue lo que más te sorprendió cuando llegaste a Mallorca desde Valencia?
R.G.

Lo que más me impresionó cuando llegué por primera vez fue la medida en que los mallorquines defendían su identidad. Están muy apegados a sus tradiciones, a su cultura, a su idioma... Lo cuidan muchísimo. Todo —la comida, los paisajes, etc.— todo lo mallorquín es mejor. Si estás en un bar con un mallorquín, te dirá que el frito mallorquín es el mejor frito del mundo, que España payese es el mejor pan del mundo, y que la coca de gato es el mejor postre del mundo. Hay muchas cosas típicas de la isla, y para ellos es inevitablemente mejor. ¡Incluso Cristóbal Colón sería mallorquín! Es una broma, por supuesto, pero dice mucho sobre su apego a su tierra.

H.H.
Están muy orgullosos de su isla...
R.G.

Sí, para ellos, Mallorca es la octava maravilla del mundo. «Rubén», bromean, «mira un mapa del mundo: Mallorca está en el centro». El resto es solo la periferia, con los extranjeros, los chicas, el para asteros, ¡los españoles de la península y los catalanes!

H.H.
¿Por qué Mallorca es el centro del mundo?
R.G.

Los mallorquines siempre han acogido a mucha gente del extranjero. Dicen: «Todos quieren venir aquí. ¿Y por qué todos quieren venir aquí? ... ¡Porque no hay lugar como Mallorca!» Bueno, tienen más o menos razón: tenemos un buen clima, buena comida y buena infraestructura. También es una región que [en general] ha sufrido menos a causa de las crisis económicas. La crisis de 2008, que tuvo un efecto profundo en la península, no fue tan notoria aquí. Esto se debe a que aquí hay mucho capital extranjero, que aún mantiene un nivel relativamente alto de empleo e ingresos.

H.H.
Se dice que los mallorquines son reservados e introvertidos. ¿Qué opinas?
R.G.

He actuado por toda España, e incluso he dormido en la casa del alcalde de un pueblo después de un espectáculo, aunque apenas lo conocía. ¡Impensable en Mallorca! Aquí, la gente tarda en abrirte sus puertas. A mi pareja, que es mallorquina, le costó creerlo al principio, pero al final se dio cuenta por sí misma. Esto contrasta marcadamente con otras partes de España, donde la acogida es más inmediata. Aquí, la confianza se gana con el tiempo. Pero una vez que los mallorquines abren sus puertas, pasas a formar parte de la familia.

H.H.
¿Cómo explicas esta reserva?
R.G.

Los mallorquines han crecido con el turismo de masas. Durante años han visto a la gente ir y venir, sin formar vínculos duraderos. Tengo amigos de mi edad que han vivido en zonas costeras con mucho turismo, y me dicen: «Rubén, tenía amigos diferentes cada verano. ¿Por qué debo confiar en alguien que está allí en agosto y a quien no volveré a ver? ¿Por qué debería hacerlo?

H.H.
¿Hay algún otro comportamiento que le sorprenda?
R.G.

La forma en que se saludan es inusual. Si un mallorquín puede evitar saludar, lo hará. Si se topa con alguien que conoce, un amigo, cambiará al otro lado de la calle para no saludar. Al principio no lo entendí, estaba con mi novia y le dije: «Cariño, ahí está nuestra amiga fulano», y ella decía: «Vamos, Ruben, vamos». Me hizo gracia y dije: «Vaya, aquí los amigos se topan y se evitan». Mi novia me explicó: «Ruben, ¡eso es porque no queremos molestarnos el uno al otro!» Para decir adiós, es al revés. Una despedida mallorquina nunca termina. Se tarda entre 20 minutos y dos horas en despedirse.

H.H.
Los mallorquines tienen fama de ser duros con los negocios. ¿Cómo negocian?
R.G.

Juego al Monopoly con mallorquines. Siempre me golpean. No puedes negociar con ellos. Siempre esperan a que les hagas una oferta, sin revelar sus cartas. Un mallorquín podría poner su casa a la venta solo para ver qué pasa. A veces crees que tienes un trato y dicen: bueno, quiero más, más dinero, más condiciones, lo que sea. En Monopoly pasa lo mismo. Cuando digo, vale, por veinte mil, dicen: no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no por veinte mil, ¡por treinta mil!

H.H.
¿Son así con todo el mundo?
R.G.

Sí, son así con todo el mundo. Entre ellos e incluso entre miembros de la misma familia. Hay un verbo que se usa mucho en mallorquín: forraje. Para un mallorquín, forraje a veces es más importante que ganar un trato. Es una forma de poner a prueba a la otra persona, para ver hasta dónde está dispuesta a llegar. Hay una historia sobre dos hermanos. Cada uno tiene un piso en la misma casa. El hermano de arriba le dice al hermano de abajo: «Por favor, corta tu árbol, se interpone». El hermano de la planta baja responde: «No lo voy a talar. Porque para mí, lo más importante es forraje. Fueron a los tribunales. El hermano de abajo ganó el caso. Al día siguiente, cortó el árbol...

H.H.
¿Unas últimas palabras sobre los mallorquines?
R.G.

Son un pueblo único, con sus propias tradiciones, costumbres y orgullo. Se necesita tiempo para entenderlos, pero una vez que te has ganado su confianza, descubres una cultura rica y auténtica».

Queridas Mallorquinas estará en directo en Rivoli Comic el 12 de abril en Can Pastilla. ¡Revisa el de Ruben sitio web para obtener más información.

@rubengarciacomic

H.H.
R.G.