Soy de Soria, una pequeña provincia de la mitad norte. Con18 años me fui a estudiar periodismo a la Universidad Complutense de Madrid yaterricé en Mallorca en el año 2003, por una oferta de trabajo en Camper, en eldepartamento de Comunicación. Así que ya casi soy mallorquín.
Como siempre me gustó el mundo de la moda, en mitad de lacarrera ya comencé mis prácticas en la revista de tendencias Vanidad. Despuésvinieron algunos trabajos también como freelance para revistas como laamericana V Magazine, Marie Claire, etc. Aunque ya lo dejé bastante de lado, loque más me gustaba era hacer entrevistas, conocí personalmente a leyendas comoGiorgio Armani y entrevisté a Margiela cuando trabajaba para Hermès. Me lo pasémuy bien unos años pero me di cuenta de que no quería estar toda mi vida ahí.
Siempre me ha apasionado la moda, el producto en sí mismo. Ydesde pequeño en casa he vivido este amor por el calzado y las prendas decalidad. Mi padre es un loco de los zapatos y los cinturones. Mi madre nosenseñó que es mejor tener menos cosas de buena calidad que muchas y peores. Yademás a cuidar los zapatos y la ropa. Sin buscarlo, el destino me ha ido encaminando a donde estoyahora.
Vivir aquí, para mí, significa impregnarse de la cultura ylo que te rodea. El interés por el producto autóctono, la forma de trabajarlo,los materiales que se utilizan aquí y por qué. Todo esto va dejando huella entodo lo que hago. Aunque comencé haciendo zapato de hombre clásico, con losaños he ido incorporando alpargatas y “Porqueres”, un calzado tradicional de laisla, que los campesinos empleaban y al que le ponían suela de los neumáticosque se desechaban de los coches. ¡El concepto de circularidad ya se aplicaba enMallorca en el siglo pasado!
Mi escuela ha sido Camper, una empresa con todo lo bueno de una empresa internacional y, al mismo tiempo, familiar, donde aprendí todo lo que sé sobre zapatos. Y también, la formación continua que recibo de los talleres con los que trabajo y de sus humildes trabajadores.
Mi primer modelo fue un mocasín “penny loafer” súperclásico, pero en tres colores. Todavía lo tengo en la colección. Nunca pasa demoda.
Los mocasines fabricados en Mallorca, con la construcción «kiowa», implican un saber hacer esencial porque gran parte se hace a mano. Son pura artesanía. El zapato permanece varios días con la última parte en su interior para que la piel tome forma. Son el resultado de varias operaciones que dan como resultado estándares de calidad de lujo. Es una pena ver cómo este mundo muere lentamente. Los artesanos se están retirando y no hay nadie que los sustituya.
Para ir a lo seguro, los calcetines siempre deben ser del mismo color que los pantalones.
El casco antiguo es mi lugar favorito de Mallorca, donde he vivido durante años. Siempre hay algún rincón por descubrir, respira historia y me resulta un placer pasear por sus calles estrechas. Paso por el patio de Can Vivot todos los días de camino al trabajo y no me canso de mirarlo. Y mi bar favorito, Bar Flexas.