Llegué a Mallorca en el año 2000, así que ya llevo 24 añosviviendo en la isla. Me siento casi mallorquina. Inicialmente, vine por motivosde estudio. En principio, planeaba pasar un verano trabajando aquí y luegomudarme a Barcelona para cursar un máster en animación digital. Sin embargo,las cosas no siempre salen como uno las planea...
Siempre he trabajado en diseño, incluso antes de terminar mis estudios. Comencé colaborando con imprentas como freelance, trabajé durante un par de años en un estudio especializado en diseño editorial y, poco a poco, me adentré en el diseño web. Esto ocurrió cuando empecé a trabajar en el departamento de diseño de una empresa proveedora de internet. Era un mundo completamente nuevo y me fascinó.
Más tarde, decidí mudarme a España para especializarme en el ámbito digital, y ya contaba con una base sólida en diseño web. En ese momento, no existían carreras específicas, por lo que tuve que formarme de manera casi autodidacta. En Mallorca, comencé trabajando en el departamento de diseño de una empresa de juegos online y, en 2006, junto a un socio, fundé una empresa de diseño web y marketing online. Aunque el diseño gráfico nunca ha quedado fuera de mi vida, siempre surgían proyectos interesantes, especialmente de identidad corporativa, que aceptaba con entusiasmo porque me encanta. Actualmente, estoy enfocada por completo en el tejido artesanal, pero lejos de abandonar el diseño, lo he integrado como una fuente creativa en mi trabajo.
En 2010, tras el nacimiento de mi hija, sentí la necesidad de encontrar una actividad completamente manual, alejada de las pantallas. Quería algo que conectara con mi parte más creativa y que, además, me permitiera relajarme. Siempre me habían atraído los textiles, así que comencé haciendo talleres de bordado, tintes naturales y costura. Finalmente, descubrí el tejido en telar, y eso marcó un giro en mi vida.
Mi primer taller serio fue en Openstudio 79, en Palma. Mi profesora, Silvina Moschini, notó mi interés y, al terminar el curso, me prestó un telar de mesa para que practicara en casa. Ese gesto fue decisivo, y aquí estoy, todavía tejiendo.
El término “micro-tejido” lo uso porque trabajo con hilos muy finos y mis piezas suelen ser pequeñas, como pulseras o accesorios de dimensiones reducidas. Es un trabajo minucioso y detallado. Comencé tejiendo tiras estrechas, jugando con los colores y experimentando con las combinaciones de los hilos que iba adquiriendo. Quizá el formato pequeño también surgió por la falta de espacio en casa: trabajaba con un telar de mesa en una habitación diminuta. Al principio, tejía simplemente por el placer de crear, explorando colores, texturas y técnicas, sin más pretensiones.
La naturaleza es más una compañía que una inspiración concreta, pero su presencia es fundamental. Vivo en un pueblo rodeado de montañas, torrentes y paisajes cambiantes que me ofrecen una fuente inagotable de imágenes bellas. Observar un amanecer, los colores de las estaciones o los detalles de las piedras y plantas me motiva a sentarme en el telar.
El color es el eje de mi trabajo. Suelo comenzar escogiendo una paleta antes de pensar en la forma. Es un proceso completamente intuitivo: un color me lleva a otro y, así, voy construyendo combinaciones, texturas y formas sobre la marcha. No es fácil de explicar, pero el color es mi principal guía en la composición.
Si el día es soleado, disfruto mucho yendo a la playa, especialmente si consigo encontrar un rincón tranquilo, algo cada vez más difícil en Mallorca. Si está nublado, me gusta quedarme en casa viendo películas, leyendo o simplemente tejiendo. Hay tantas cosas que disfruto hacer.
Hay muchos rincones maravillosos en Mallorca, pero una de mis zonas favoritas está en la ruta entre Esporles y Estellencs. Hay una cala pequeña que me fascina; su paisaje es majestuoso y dramático, verdaderamente único.