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orir de éxito, es una expresión española que cada vez es más popular en Mallorca. En 2023, 12,5 millones de turistas visitaron la isla, que cuenta con casi un millón de habitantes. En 50 años, el número de turistas se ha multiplicado por veinte y el número de residentes por tres. Con la excepción del Covid, estas cifras no han dejado de aumentar desde la década de 1950. Durante años, este aumento fue motivo de orgullo. Durante mucho tiempo, la mayoría de la población y las autoridades públicas no despreciaron el turismo porque es la industria que sustenta a Mallorca. Existían críticas, pero se expresaban en voz baja con un fatalismo que se resumió en la frase: es lo que hay o «es lo que es».
Pero este año parece que el turismo ha llegado a un punto sin retorno. A pesar del Covid, cuando una ralentización temporal permitió a los residentes recuperar brevemente sus playas y montañas, el tráfico aéreo y el turismo han reanudado su frenética racha. En 2023, con más de 31 millones de pasajeros, el aeropuerto de Palma batió su récord de asistencia. Un récord difícil de digerir. Esta carrera hacia la cima, basada en números cada vez mayores, ya no es aceptable para el público. Este verano, las protestas fueron numerosas y multitudinarias, y atrajeron la atención y las noticias internacionales. Los residentes salieron a las calles a mediados del verano para decir basta. Los vimos en Palma y en las playas con letreros que decían Ocupe nuestras playas «Ocupemos nuestras playas». Era una forma tranquila de demostrar a los turistas lo hartos que están.
Desde 2019, Fundamento, una asociación sin fines de lucro con la misión de ayudar a las personas a encontrar soluciones a problemas reales y a vivir mejor juntas a través del diseño, ha estado tratando de entender cómo los mallorquines experimentan el turismo para mejorar la convivencia en un mundo cada vez más polarizado. «Este año», explica Frank Hoeft, diseñador y cofundador de Fundament, «hemos visto un aumento significativo de la infelicidad entre la población [de Mallorca]». El 86% de las personas encuestadas dijeron que vivirían mejor si hubiera menos turismo. El 81% consideró que el turismo no respetaba ni valoraba la cultura local y que alteraba su vida diaria. El 96% de los encuestados deplora el impacto del turismo en el medio ambiente. Durante los últimos veinte años, el indicador de presión humana ha aumentado casi un 40%. Sin embargo, los límites naturales de la isla son de fácil acceso y sus ecosistemas, como la costa y las montañas, son frágiles. Este exceso de visitas provoca la saturación de las infraestructuras y los espacios públicos, una mayor contaminación y una presión sobre los recursos, lo que, en ciertos días, transforma una isla paradisíaca en una pesadilla.