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a Navidad en Mallorca es una época en la que las tradiciones y los sabores cuentan la historia de la isla. Dondequiera que mires, los belenes (o belenes) se muestran como pequeñas maravillas, desde iglesias hasta casas, sin olvidar las plazas y los espacios públicos. Las familias se reúnen para disfrutar de la Segunda Fiesta, el día 26, y todo el mundo se anticipa al evento final, el Festival de los Reyes Magos, que pondrá fin a este alegre período con una nota de pura magia.
Todo comienza la noche del 24 de diciembre, una noche conocida como «Nochebuena» (Buenas noches). Mientras las calles brillan con oropel, una tradición calienta los corazones y las papilas gustativas: el chocolate caliente. ¡Pero no cualquier chocolate! Un chocolate caliente suave, espeso, casi cremoso, para disfrutar con churros o ensaimadas. Esta tradición mallorquina es parte de una costumbre española. El chocolate caliente, traído de América en el siglo XVI por los conquistadores, se convirtió en la piedra angular de las festividades de invierno, ya que se asociaba con el intercambio y la convivencia. En Madrid, acompaña a los famosos churros a primera hora de la mañana después de una noche de fiesta, mientras que en Mallorca forma parte de la magia de la Navidad.
Sin embargo, al igual que en Santa Maria del Camí, Santa Gertrudis y Consell, el Llet d'ametla, leche de almendras con cáscara de limón y canela, es una bebida elaborada por los franciscanos del convento de Santa María, que hicieron un voto de abstinencia y una dieta estrictamente vegetariana. Por último, otras familias, la antigua nobleza, optan por la salsa de Nadal: una sopa dulce hecha con caldo, almendras molidas, miel, huevos y especias como canela, azafrán y clavo. Una receta heredada de la cocina medieval.