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ientras el mundo entero estaba confinado durante la COVID, Xavi Verd forjaba su propio destino. Mientras otros cocinaban o veían series de televisión, Xavi empezó a fabricar cuchillos. Un sueño que se convirtió en pasión. «Llevaba mucho tiempo queriendo probarlo, explica, y ahora por fin he tenido tiempo de hacerlo». Solo en su taller cerca de Santa Eugenia, se lanzó a la aventura. «Me encanta la mecánica», como lo demuestran las carcasas de metal y la docena de bicicletas que cuelgan de las paredes de su taller. «También me gusta trabajar con acero», continúa. Xavi también hizo la puerta y la escalera que conducen al nuevo taller que está acondicionando en la planta superior. «Desde que era pequeño», confiesa, «me ha encantado hacer cosas con las manos. La heredé de mi abuelo. Era un maestro armero y trabajaba con acero. También me dejó una mesa de trabajo de madera con una prensa». Xavi partió solo, con la ayuda de Internet, probando cosas, cometiendo errores y... empezando de nuevo. «He tirado muchos cuchillos», dice con una sonrisa. «Si cometes un error, no puedes volver atrás. Por ejemplo, en una navaja, si hago el agujero demasiado alto, la navaja ya no se cierra. No hay nada que puedas hacer sino tirarlo a la basura y empezar de nuevo». El proverbio «la práctica hace al maestro» nunca ha sido tan cierto.