En comparación con el resto del Mediterráneo, a las Islas Baleares, como Córcega, Sicilia o algunas islas griegas, les va relativamente bien, en parte debido a la existencia de una red de áreas marinas protegidas que funciona bien, pero no es suficiente ni está debidamente financiada. A pesar de que las Islas Baleares son las mejores estudiantes de una clase en la que todos los estudiantes no aprueban, ¡estamos lejos de donde deberíamos estar! El veinte por ciento del mar Balear está protegido, pero solo 55 km2, o el 0,07%, están altamente protegidos, lo que significa que está prohibida toda la pesca (profesional y recreativa). El objetivo europeo es tener un 30% de las áreas marinas protegidas y un 10% altamente protegidas de aquí a 2030.

En las zonas protegidas, hay más peces y una mayor biodiversidad. El gobierno acaba de completar un estudio en Ibiza en el que los resultados mostraron que en la zona más protegida hay el doble de peces que en el resto de la zona y cuatro veces más que fuera de la reserva. Los pescadores que trabajan cerca de estas zonas protegidas se benefician de esto, al igual que otras empresas y ciudadanos locales. El mar se recupera rápidamente. Dentro de dos años, ya vemos mejoras.

Las Islas Baleares están sometidas a una presión extrema. Si no hacemos nada, perderemos los tesoros que tenemos bajo el mar. Podemos hacer de las Islas Baleares una referencia mundial en conservación marina. Si lo logramos con tanta presión demográfica y visibilidad internacional, crearemos un modelo que pueda ser inspirador para todos. Este es nuestro desafío en la Fundación Marilles.

Hay más de 500 km2 de praderas de pastos marinos en las Islas Baleares, lo que representa la mitad de todas las praderas de pastos marinos de España. Sirve de refugio y criadero para muchas especies de peces: más de 400 especies diferentes viven en el mar que rodea las Islas Baleares. El atún rojo viene aquí para reproducirse, los cachalotes, la segunda ballena más grande del Mediterráneo, residen en las aguas de las Baleares, por ejemplo, frente a Cabrera o en el norte de Menorca. Las Islas Baleares son el único lugar del Mediterráneo donde se practica la pesca comercial de langosta. El mero, que es muy escaso en el continente, se captura con regularidad aquí. El mero y la langosta son buenos indicadores de la salud ecológica. Por último, los investigadores han descubierto 5 nuevas especies de peces en los últimos 30 años. Son pequeños y no muy bonitos, pero aún así.

Sí, hemos perdido muchas especies. Los tiburones y las rayas son cada vez más raros. Los tiburones ángel o pez guitarra, especies que combinan la cara aplanada de una raya con las aletas de un tiburón, nadaban en nuestras aguas a principios del año 2000, pero ya no se les ve. En las Islas Canarias, donde los angelotes todavía están presentes en buena cantidad, son extremadamente populares entre los buceadores. Se estima que este nicho turístico genera de 4 a 5 millones de euros en ingresos. Hemos perdido especies debido a la pesca y la pérdida de hábitat debido a la presión humana. Los tiburones ángel o pez guitarra se reproducen muy lentamente y tienen pocas crías. La pesca, aunque reducida, es la actividad con mayor impacto en el mar. Hace veinte años, había 1000 barcos de pesca en las Islas Baleares; hoy solo hay 300. Los arrastreros, que pueden ser muy dañinos, solo suman 30, ¡en comparación con los 100 de hace veinte años! La pesca es una profesión difícil que ya no atrae a los jóvenes. Sin embargo, la pesca como actividad de ocio sigue siendo atractiva.

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No, ¡a mí también me gusta pescar! El verdadero problema es la pesca ilegal y los cazadores furtivos. Muchas personas acuden de noche a las áreas marinas protegidas. Pescan meros, salmonetes, besugos, pulpos, especies codiciadas que venden en restaurantes. Este negocio les permite ganar de 3000 a 4000 euros al mes. No podemos aceptar establecer una protección solo para que nos saqueen nuestros recursos. Es un mal uso de los fondos públicos. Debemos combatir colectivamente la pesca ilegal. El área marina protegida al norte de Menorca tiene muy malos resultados; creemos que se debe a la pesca ilegal y a la falta de control y cumplimiento. Menorca es líder en sostenibilidad, pero cuando se trata de áreas marinas protegidas, las gestiona muy mal.

La contaminación, es decir, todo lo que tiramos al mar (plásticos, residuos, aguas residuales mal tratadas), así como la creciente densidad de barcos, daña el mar. La capacidad de las plantas de tratamiento de aguas residuales de la isla no ha estado a la altura del aumento de turistas: ¡es sorprendente que las Islas Baleares sigan cerrando sus playas en temporada alta debido a los vertidos de aguas residuales! Otro problema importante es el calentamiento de las aguas. El Mediterráneo es el mar que se calienta más rápidamente de todos. En 2022, hubo cinco olas de calor submarinas; el agua llegó incluso a alcanzar los 33 °C. Las consecuencias ambientales son las mismas que las de un incendio. Los corales, las gorgonias y las esponjas desaparecen. Esto también afecta a las praderas de pastos marinos, cuya mortalidad aumenta cuando el agua alcanza los 28 °C. En cuanto a los peces, que huyen del calor y buscan refugio en aguas más profundas.

La costa, donde coexiste una variedad de entornos naturales diferentes, concentra toda la actividad humana. La presión sobre un solo punto es enorme. Cuanta más gente haya en las islas, más infraestructura costera habrá: embarcaderos, muelles, bares de playa... Las bahías, poco profundas y con poca circulación de agua, también son muy sensibles a cualquier impacto. Se calientan muy rápido porque el volumen de agua es bajo. Esto aumenta la posibilidad de que proliferen las algas y las aguas verdes no son una buena opción para el turismo.

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Las Islas Baleares tienen un conflicto sin resolver en relación con la presión demográfica. Vivimos en un mundo muy polarizado en el que es difícil mantener una conversación tranquila sobre el control del turismo. Deberíamos tener un acuerdo multipartidista, como hicimos para acabar con el terrorismo, firmado por todos los partidos políticos para proteger el medio ambiente marino y gestionar el volumen de turistas en las islas. El año pasado lanzamos el Pacto Azul de las Islas Baleares, una hoja de ruta para la conservación marina: 200 empresas lo han firmado. Pero parece que todavía no existe la madurez política para aplicarlo. Los cinco compromisos del acuerdo azul balear incluyen:

-Establecer una red de áreas marinas altamente protegidas que cubran el 10% del mar Balear.

-Implementar planes para la conservación y recuperación de hábitats y especies vulnerables.

-Garantizar prácticas de pesca sostenibles y poner fin a la caza furtiva y al comercio fraudulento.

-Mejorar la calidad de nuestras aguas costeras.

-Invertir un mínimo del 1% de los presupuestos públicos en la conservación marina. *

(*) esto es adicional a los gastos de tratamiento e infraestructura del agua

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