Con 4 kilos, el comienzo del renacimiento
Lo primero que Francesc Grimalt muestra a sus visitantes son los viñedos. En primavera, los campos están salpicados de almendros, albaricoqueros, flores de mostaza y habas, y al examinarlos más de cerca, se pueden distinguir las viñas escondidas entre estas hierbas silvestres. El enólogo ha estado trabajando en biodinámica desde el principio. «En invierno», explica, «mantenemos la tierra plantada, que retiene el agua y nos permite soportar el calor del verano». Aquí, la tierra, principalmente caliza, es pobre, lo que obliga a las vides a enraizar profundamente para encontrar los nutrientes que necesitan. Esta resiliencia, explica Francesc, aporta a las uvas más taninos.
A finales de la década de 1980, las variedades de uva autóctonas casi habían desaparecido y fueron reemplazadas por variedades francesas. Tras estudiar enología, Francesc trabajó en Anima Negra, la primera bodega, creada en 1994, para producir vinos de calidad, que se alejaban de los vinos rústicos que producía la isla en ese momento. «En 1996», recuerda Francesc, «para hacer mi primer callet (una variedad de uva autóctona), seleccioné las viñas que crecían cerca de los árboles. En Mallorca, los árboles crecen tradicionalmente con las viñas. Crean un microclima y dan sombra a las uvas». En 2006, Francesc Grimalt y Sergio Caballero (músico y fundador del festival Sonar) lanzaron 4kilos, una bodega cuyo nombre hace referencia a los 4 millones de pesetas que se necesitaron para empezar. Fieles a sus deseos, crean vinos en los que el terruño se expresa en toda su tipicidad. Las primeras etiquetas fueron diseñadas por el artista contemporáneo Miquel Barcelo, originario de Felanitx. Las visitas son solo con cita previa, pero los vinos de 4 kilos están disponibles en las tiendas de vinos y restaurantes de la isla.
Ribas, calidad en continuidad
Para entender las profundas raíces de la vid en la isla, hay que visitar la finca Ribas en Consell, la más antigua de España, propiedad de la misma familia desde 1711. Hasta la década de 1980, el vino no se embotellaba, sino que se vendía en demijohns, una encantadora colección que adorna el antiguo patio.
En 1984, la familia Ribas contrató los servicios de un enólogo para embotellar su vino y emprendió una extensa investigación sobre las variedades locales y la calidad del suelo. Una inversión que dio sus frutos cuando Ribas se unió en 2019 a Los Grandes Pagos de España, una asociación de viticultores reconocida como la mejor de España. Ese mismo año, el arquitecto Rafael Moneo, ganador del Premio Pritzker, construyó un bodega ultramoderna, lo que permite que la antigua bodega se dedique a recibir a los visitantes.
Ribas produce un 65% de vino tinto, principalmente a partir de la uva mantonegro, considerada la mejor de la isla por los entendidos.